Espaldas


El peso que se lleva en las espaldas. Hablar por la espalda. Traicionar por la espalda. A veces, parece que todo lo que se haga a nuestras espaldas no es otra cosa sino la artimaña de algún desalmado. Incluso, es difícil comprender aquello de "que hablen bien de ti a tus espaldas" ¿Qué es eso? Nadie que hable bien de ti, lo haría así. Porque la espalda es el recinto del mal hablar, de la crítica soez o estúpidamente indulgente. El lugar del rumor, del chistecito susurrado o del "si yo te contara". Porque todo lo bueno o adecuado que haya que decir, suele tener la cara, el rostro como su mejor geografía vital.  De hecho, entre la cara y la espalda  muchos establecen la diferencia entre los valientes y los cobardes.  O entre el amor y el irrespeto, mejor. Pero hay excepciones. Sólo un amante asustado puede describir el misterio de la  espalda de su amada, repentinamente quieta, como Víctor Francés en Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías. O los protagonistas del filme  Hierro 3 (2004) de Kim Ki-duc   que logran  encontrarse gracias a la espalda del maltratador: su espalda es la coartada del amor liberador. O estas espaldas de Dalí,  Modigliani, Degas, Manet, Rivera y tantos otros. El amor, la sensualidad, el misterio, el secreto, el olvido, la indiferencia, el esfuerzo son posibles marcas de la intimidad femenina en un cuerpo que siempre queda inasible. Es la paradoja de la espalda y su mirada,. Al fin de cuentas, ésta es la única que puede re-crearla. Es el decir de las espaldas, sabiendo que aún no se ha dicho todo, por innecesario y vulgar. Por injusto y cobarde.



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