Mudanza


La desolación que sienten los delata. ¡Todos quietos! Dice uno por allá al ver el camión en la entrada. Se habían acostumbrado al solar abierto, a los chaparrones interminables y cerrados; corrían encantados mostrándose entre ellos sin máscaras, con sus manchas y sus ojazos enloquecidos a plena luz del día. Pero aquellos hombres del camión llevaban dos lunas llenas atiborrando el solar de cemento,  de plantas incomibles, de muebles pomposos. Tocará volver al ritual de siempre, pensaron  tan resignados como aturdidos. Siendo animales  inmemoriales, los camaleones aún no entendían por qué debían seguir simulando ser otros para sobrevivir.

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