Cortafuego





                                                                                               ©Alberto García Alix


La verdadera patria del hombre es la infancia
Rainer Maria Rilke

la infancia, entonces,
me hizo de olvido
 me simuló
-puede que ni haya existido-.

de  esos pocos versos
queda la palabra-hombre,
él desnudo
mientras ella lo viste
alguna mañana. 
es indefendible
agradecer la  sobrevivencia
como grieta mohosa
oculta tras el follaje pared.

 ya no importa si dejo de recordar.
la nueva patria dio un reglamento para inmigrantes adultos,
con sal en sus márgenes,
sin epílogos suficientes para todos.

inventario e inventando son un mismo juego
ante papeles fotos cartas.
el escritorio emerge de estas frases suaves
y de  poses amarillentas.
ya no importa ni el olvido que soy. 
esa patria me sacó temprano de la cama.

el alivio a este descrédito huele a mar de verano.
como los perros,
 mi olfato es sospecha y brújula.
seguiré abriendo los ojos en la oscuridad.
hundí mis pasos en esas riberas,
es hora de volver a ellas
e intentar ser un olvido menos del futuro.

para entonces, lo rezo,
 Rilke y yo  habremos relajado las mandíbulas.







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