Temporada de naranjas



                                                        ©Pedro Almodóvar


Empezó por temblarme la voz acallada
cuando me desnudaba
mirando un partido de fútbol
o guardando el arma.

cuando la mano derecha en el volante
y la izquierda vociferando casas a futuro
perfectamente amobladas,
en una playa de la Guaira
donde sin siquiera  tocarla
su gris matutino nos expulsaba de nosotros.

yo veía solo aserrín
regado en medio de nosotros,
los desastistidos de olas cálidas
o de algún fulgor de lucidez.
empezamos a querernos desde un resto siendo tan vitales
en una cama estrecha,
cejijunta a las dos noches,
imposible a la tercera.
llegaron las fiebres y los sangramientos. 

luego me tembló el corazón,
cuando rompió la oscuridad de la habitación
porque había fantasmas.
 sus espectros no tardaron en llamarme
insultándome.
los silencios de sus vivos
tapiaron las voces de mis muertos
sin permitirles decirme
si era un arma o un beso
lo que me tocaría dos noches tres días cinco meses un año un siempre.

después perdí la voz,
más tarda en caer un tiquet de metro
cuando reniega de su anodina delgadez.
solo había secuencia al tachar los días del calendario.

Pero tú trajiste el  tiempo de las naranjas
y deshiciste las ruinas de mi cuerpo.
dejé de marcar los días, de perseguirlos,
mientras me preguntabas si las naranjas de mi vida
habían sido siempre esporádicas.
lo esporádico era que guarecieran
o que tuviera lengua para probarlas sin gritar.
olía a naranja cuando mordía la calle extranjera
y nos aguardábamos en cualquier frutería.
 ese tiempo -nuestro- me quiso entera y me besó a bocados.
ese tiempo me nació en las entrañas.

ahora vivo en una casa de dos habitaciones tranquilas,
un desorden postergado para los días lluviosos,
una espera inquieta entre un cigarrillo y un ramo de rosas.
es mi orilla cantando.
nos fuimos yendo de nosotros con rigor de otras urgencias
pero antes nos regalamos el tiempo de las naranjas.

 si eso, llegarán  los labios los pasos  la piel
en los aromas anaranjados de una boca
desconcentrando mi paladar
desgajando el día
celebrando con mi voz recuperada
todas las historias posibles. Todas.




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