Menos su voz

                                                        © Robert Adams


escuché  primero en ella poco acunada.
salí antes de que sus latidos y los míos
acabaran su ciclo.
desde entonces ella solo resiste sin llorar
dos  o tres desajustes del reloj.

 su entonar cucurrucucú paloma
ponía melodía a la huída que fue.
lo propio hubiera sido colocarle la oreja en el pecho
con algo de piel tierna.
escuchar el tiempo siguiente,
desonorizar, incluso, 
el que llegó en las grietas de sus huesos.

 quise irme antes de tiempo.
avizorar que heredaría la huida
fue un extraño descubrimiento
entre las muñecas.

cómo regresar   ahora
 donde dejó de escucharse
de cantar
de palabras que ahuyentan los sonidos del abandono.
 
ese lejano vientre de octubre
 donde fuimos faena del azar.
cuando solo existía poco de todo
 trajo una pila de libros,
la colocó en silencio sobre la mesa
e hizo la cena. 

hoy casi todos nuestros mapas han enmudecido.
traducen  mohín si asoma el deseo.
acaso sea el destiempo la única dirección posible.
aunque sorda  de espacio
regresaré a ella
  tanteando árboles del parque
donde la esperaba cada dos domingos al mes.
ya sorda
huirá mejor ese día.

 menos su voz por la que escribo






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