Estación de Sants



mucho trasiego en nuestros ojos
como para mirarnos de frente.
las excusas perfectas barren los requiebres.

llámame cuando llegues,
nos decimos calculando la impaciencia por el peso del equipaje en las rojeces de las manos.
no estamos tan curtidos,
nos pensamos.

confiamos, como la primavera, en colocar nuestras orejas en los árboles
deseando que el canto de los pájaros ocupe el lugar de nuestras voces.

así, en silencio sin mudez, en el próximo encuentro habrán perdido el rumbo todas las palabras innecesarias
para esperarnos con lo puesto.

voy en el tren.
comeré algo cerca de la oficina.
te llamaré en cuanto llegue.
me dormiré temprano.

pasan rápido ante nosotros,
todavía es pronto para escoger un árbol.





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