Atajo

 

De mis archivos, un atajo.

Abrí la ruta de las palabras para ambos.

Sucedió que nunca hubo un acuerdo

y yo seguía abriendo por costumbre.

Vengo de caminar a tientas,

de desconocer si el camino me llevaba o dejaba atrás,

si debía zanjarlo o detenerme para enterrar a mis muertos,

que también tomaron un par de atajos sin decirme nada.

Vengo de un camino con pancarta de salida,

pero moviste  la llegada y el crucero.

Con dos talones frágiles y brazada de nadadora

llegaba y miraba. Hasta sangrar. 

Ningún atajo.

Ningún atajo.

Creí que si habría camino para alguien,

no sería la penumbra incierta.

Mientras yo trazaba el camino,

recorrías mi cuerpo solo con olvido.

Así fue como iniciaste la borradura de mi andar,

marcaste la senda del recuerdo.

Y yo, por primera vez, tengo un atajo:

Venir a decírtelo para irme más pronto

y tomar aire en el siguiente tramo del camino.

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