Hogazas
Se escuchó también el añejamiento de los árboles
cerca del lodazal hacia donde lanzaron el tiempo corriente,
los que restan pasos al camino y disparan a quemarropa.
Si ya liviano, el aire coteja la sombra del desastre
sigue por ahí, confundiendo la respiración
de humedad, hongos y silencio,
desenredando la intraducible herida.
Llegan los días de abandonar la búsqueda
de explicaciones (bien) argumentadas,
y viceversa (o revés).
y abrir el ritual que amaine la ruina furiosa -no de sus desquiciados-.
El agarre de la lengua calibra la acidez de la página.
Tardan en aparecer estas palabras
pues desean, por una vez, ser más infieles a los hechos:
todo eso ocurrió así, pero, como las hogazas,
van siendo cúmulos de atajos azulados
para no pudrirse, salvo en las bocas que las escupen.
van siendo cúmulos de atajos azulados
para no pudrirse, salvo en las bocas que las escupen.
La savia es menos errática que un pensamiento
y es tiempo de lamerla, al sol.
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