Inexperiencia
—Totalmente— respondió Guillermo.
—Pero ¿hasta cuándo me vas a repetir esa palabrita? ¡Estoy harto! “¿Vas a comer? Totalmente”; “¿vas a dormir? Totalmente”… Llevas todo el día así... ¡Deja de decirla ya, Guille! ¡Acuéstate, por favor!
—Pero… ¿Papá…?
—¿Quééé?
—¿A ti nunca te dijeron “estoy totalmente enamorada de ti”?
—Sí vale, claaaaro. Pero no me puse tonto. Ven, deja que te arrope que…
—¿Y te hubiera gustado?
— ¿Qué?
—Ponerte tonto.
—Noooo….Bueno…no totalmente… ¿Contento? Que descanses.
—Pero ¿hasta cuándo me vas a repetir esa palabrita? ¡Estoy harto! “¿Vas a comer? Totalmente”; “¿vas a dormir? Totalmente”… Llevas todo el día así... ¡Deja de decirla ya, Guille! ¡Acuéstate, por favor!
—Pero… ¿Papá…?
—¿Quééé?
—¿A ti nunca te dijeron “estoy totalmente enamorada de ti”?
—Sí vale, claaaaro. Pero no me puse tonto. Ven, deja que te arrope que…
—¿Y te hubiera gustado?
— ¿Qué?
—Ponerte tonto.
—Noooo….Bueno…no totalmente… ¿Contento? Que descanses.
Con una sonrisa y un beso cerrando la noche, padre e hijo pensaron que el otro tenía razón. Al fin y al cabo, no había por qué exagerar: enamorarse no es nada del otro mundo. Sin embargo, cada uno decidió que sería mejor no hablar más del asunto. Cuestión de prudencia, sólo eso. En estos temas, un inexperto siempre puede estar a punto de echarlo todo a perder .
Comentarios
Un abrazo, Diana