Dedicatorias

 

 



Desde el tren
Desde el tren

Sin peso en las espaldas

 ese borde se balancea 

(propone devolverse):

"¿me dedicas una canción?"

Borde de tajo aireado 

con quietud marchitada.

También se aprende a dedicar 

canciones poemas gestos,

bastaría  tantear quicios del alma, antes.

Enviar una dedicatoria

 escoger qué de lo agreste

sería el hogar escrito con tiempo

olvidar, por respeto, lo inútil e innecesario.

Hay precipicios aguantados con el pie.

Si  intento enviar este poema, 

me responderán libros rotos

de poemas de amor, incluso.

La dedicatoria para el después y no me olvides

se desparramó al soplo del diente de león.

Hasta hoy, que preguntas por ella.

Fuimos queridos con brusquedad y distancia.

 La sordidez cede como la madera desvencijada

por el agua del piso de arriba, inundado,

pues el tiempo llega siempre y antes.

y nosotros alcanzamos a ver el moho venidero.

Hay que darse prisa ¿lo ves?

No hay  dedicatorias para el futuro.

Esa puerta de madera hinchada y malgastada

admite un vago recuerdo. 

Dedicatorias sin gracia de mirada.

Escapamos de ese gesto maltrecho.

 De nuevo, el borde indefenso ante la duda

parecer o tentar precipicios.

Ser un camino de salinas 

de bordes vidriosos.

Quicios asfixiantes, decías.

 Caminos estriados, repito,

mientras me devuelvo 

retomando mis huellas. 


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