Píxel (Desconfinando 6)

 Nunca se sabrá cómo  hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos. 
Julio Cortázar, Las Babas del Diablo. 

Hace unos días,  leía un trabajo sobre una herramienta on line creada para enseñar lengua y literatura; una APP para desglosar, incluso jugar, con los contenidos de redacción o del Modernismo español.
Hace ya bastantes años que las aplicaciones se han acoplado a la didáctica de cualquier asignatura; por eso mismo,  pensaba que al entusiasmo del trabajo se le pasaba por alto la figura del programador, porque en estos tiempos todo parece indicar que el control de los datos y de su edición son las tendencias que, con su dosis de control de nuestros datos, por momentos nos resultan amenazantes. 

Matrix (1999) de  las hermanas Wachowski es ya una leyenda precisamente por mostrarnos  la incursión en el código, por el peligro o la defensa que nos alcanzan al navegar en el dato tratando de sobrevivir a los que desean controlarlos;  cuando ampliamos la imagen y nos metemos en el grano o en el píxel o cuando atravesamos la pared digital y somos esa mezcla de imágenes y repeticiones binarias, somos   vamos  hacias otras formas de lo real. 
Este ejercicio también había sido abordado e inmortalizado visualmente en "Blow-Up" de Michelangelo Antonioni, amén del siempre impresionante cuento de Julio Cortázar: allí donde queremos y necesitamos alta definición, se resbalan las primeras o segundas personas, o nos topamos con el píxel, una esencia material que nos dice qué es lo que vemos pero no nos deja ver lo que deseamos. 
En esta línea, la artista Giselle Beiguelman amplió unos de los fotogramas de la película y se topó con el lenguaje matemático, con ese difumanado y con su refiguración. 

https://lh3.googleusercontent.com/proxy/qQaJof4FRMPbCkpbghh6oIJnw1wz3bPq073cIBoYFUDBOSI5qjPVKDfQn34X3s72T1LqwpM94wO-qSllu0y5SeUBxq96oJYodA


Hoy sigue siendo así y es la razón de que el arte en la red también cuestiona y reflexione sobre  sus propias  herramientas digitales. Para algunos artistas la ampliación solo  distorsiona; para otros, como en Matrix, nos abre hacia otras realidades que, en tiempos de cuarentena, suponen esa lucha entre seguir siendo códigos y algoritmos -en tanto compramos por internet, vemos cine a través de las plataformas o accedemos a programas para impartir clases- y darle vida al código esperando ese encuentro físico siempre necesario, incluso, aunque sea solo para admirar los gestos de los demás. 


Gestos, mimos, imaginaciones de lo que somos a través de lo que vemos, de lo que podríamos ser si cruzamos esos umbrales que, al mismo tiempo, nos definen. Rebelarse ante el algoritmo que creamos, que vamos siendo. Es un tránsito, una decisión, como bien nos lo encamina el  hermoso poema de  Eduardo García


Al otro lado

Te digo que esta vez lo digo en serio.
No consigo dormir, me asusta el tiempo
que tengo que pasar sin ver tu risa
liviana apoderarse de la casa.
Noche tras noche vienes y me dejas
más sólo que la luna. Ese recuerdo
me basta para hacer un melodrama
del día que me espera, sin un beso
que llevarme a la boca. Mi mujer
no sospecha de ti; sólo pregunta
de dónde ese aire huérfano, esa leve
sonrisa que me vuelve transparente
me llegan

                        y hacia dónde me conducen.
Ya no voy a fingir. Hoy es el día.
Esta noche nos vemos para siempre.
Cruzaré en un descuido la pantalla.
Me quedaré contigo al otro lado.

Comentarios

Entradas populares