La cuestión es quererse: I'm Here de Spike Jonze

Antes de la estupenda "Her", ya Spike Jonze había ensayado la pregunta sobre la necesidad del afecto y de la compañía mediados por la tecnología. En aquella, la premisa es el amor surgido entre un hombre y la voz de su ordenador, en I'm Here (2010) el vínculo amoroso es entre dos robots que mantienen una relación marcada por el cuidado recíproco, las promesas de futuro, el dolor y el sacrificio; es decir, todos son resortes de las relaciones humanas. En el corto, Jonze -quizá con intención paródica- exagera la sensibilidad de sus personajes hasta rozar la sensiblería, en franca denuncia de que los robots puedan llegan a ser más sensibles que nosotros, y que nosotros perdemos terreno en ese campo porque nos robotizamos como sinónimo de estupidización.
Usar el recurso de la personificación es la gran tentación al concebir cualquier adelanto técnico: queremos robots que se parezcan a nosotros. En "Her", sin embargo, hay un paso más: la personificación se queda en la voz, otro de los hilos gracias a los cuales aún es posible enamorarse.
Creo que es simplón asumir que si esto sucede es porque se tiene carencia de afectos; es solo otro modo de lo real.

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