¿Quién es esa que llora? "Judgment" de Park Chan-wook


Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
Jorge Luis Borges, Soy 

Tanto en el cómic de Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi (1996 a 1998) como en su adaptación fílmica (2003) de Park Chan-wook, "Old Boy" es un relato que desdice los versos de Borges. Si en "Soy" hay una decisión personal de conjurar esa llave sobre el odio, en Old Boy, en cambio, el colectivo donde todos son amenazantes y amenazados, gana en mostrar que la llave abre y cierra puertas para destruir lo que encuentre al otro lado; de este modo, la cadena de venganzas y odios parece sostenerse exclusivamente en la necesidad de ejercer violencia y locura sin solución de continuidad, es decir, sin que poder decidir el olvido.


La exploración de las excusas y justificaciones más extrañas, tan pueriles como profundas, y abrumadoramente exageradas canalizan ambos textos; y Chan-wook ya los había mostrado en uno de sus primeros trabajos: sin la violencia visual de "OldBoy" ni la sangre a martillazos, su corto "Simpan" (Judgment, 1999) filmado en la morgue para el reconocimiento de "una hija", muestra el insólito recorrido de personajes con medias verdades, memorias repentinas, argumentos socarrones y tristezas incurables, con esa mezcla entre el documental y la escena de interiores, es decir, cuestionando esa idea de lo que "en verdad ocurre".
 El contrapunto a estos personajes son las imágenes documentales: ¿qué ocurre? ¿dónde está la rebelión? ¿dónde el temblor? ¿quién es esa que llora? Todos los espejos son recíprocos, y, alternativamente, en este juego espejeante todos los personajes son reproducciones de otros bajo la idea de parecidos extraviados,  rápidamente encontrados y casi inmediatamente vueltos a perder.

No por nada, el ajuste final lo hacen la naturaleza y los accidentes, como si en realidad, pese a todo lo que traigamos debajo del brazo, las tragedias externas -terremotos o pandemias, por ejemplo- nos obligan a preguntarnos sobre nuestra indefensión y cómo el  mundo sigue girando mientras corremos el riesgo de quedar solos y esquinados  porque así, además, es como nos hemos atornillado antes de cualquier vuelco.


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